El Congreso ha aprobado este jueves, por la mínima, la reforma laboral, una de las medidas clave de la legislatura impulsada por el Gobierno de coalición y pactada con los agentes sociales. La convalidación del real decreto ley por el que se establece el nuevo marco de relaciones laborales ha estado en el aire hasta prácticamente el momento de la votación, pues a pesar de que el Ejecutivo se había asegurado los votos necesarios (175 síes frente a 174 noes) al sumar in extremis a UPN, el riesgo a errores en la votación o la ruptura de la disciplina de voto en algún escaño podía hacer fracasar la norma.
Después de un esperado e intenso debate en el hemiciclo, la legislación laboral, en vigor desde finales de diciembre (el Congreso tiene un plazo de 30 días hábiles para convalidar o derogar los decretos ley), ha recibido luz verde gracias a los votos de PSOE (120), Unidas Podemos (34, ya que el escaño de Alberto Rodríguez sigue sin cubrirse), Cs (9), PDeCAT (4), Más País (2), Compromís (1), UPN (2), PRC (1), Teruel Existe (1), Nueva Canarias (1) y Coalición Canaria (1).
Thank you for watching
Esta suma, en la que no han estado los socios habituales y prioritarios del Ejecutivo, ERC, PNV y EH Bildu, contrasta con la mayoría progresista que hace poco más de dos años permitió la investidura de Pedro Sánchez y los dos proyectos presupuestarios de la legislatura, es decir, los grupos que han acompañado al Ejecutivo (en minoría) en la mayor parte de iniciativas que ha sacado adelante a lo largo de este tiempo y que seguirán siendo indispensables para el resto de leyes pendientes de abordarse.
De este modo, el resultado de la votación ha dejado un escenario atípico a la par que “puntual”, según reconocen los diferentes grupos protagonistas. Por un lado, el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos junto a Cs, que gobierna en algunas comunidades y ayuntamientos gracias al apoyo de Vox, y Unión por el Pueblo Navarro, escorado a la derecha del PP y cercano en algunos postulados a la ultraderecha. Por otro, ERC, PNV y EH Bildu aparecen en la misma foto con los de Pablo Casado y Santiago Abascal.
Esta coyuntura de la mayoría parlamentaria de izquierdas, motivada por la imposición de la patronal CEOE de no incorporar modificaciones al texto por la vía parlamentaria, ha tenido su máxima expresión este jueves durante la discusión de la reforma laboral. Desde la tribuna, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha confesado sentirse “apenada” porque el debate en torno a este asunto se ha situado “en el campo de las rivalidades partidistas”.
“Porque frente a ultraactividad, prioridad de convenios o lucha contra la precariedad yo he oído: proyectos personales, humo, maquillaje, esto no cambia nada… Me entristece, se lo confieso, que la norma más importante de la legislatura se sustancie en debates superficiales, que no ayudan a superar el descrédito de la política. Me apena que el debate se sitúe en el campo de las rivalidades partidistas”, ha sostenido.
Está por ver qué pasará con las mayorías. Pero una cosa hay clara: a pesar del debate generado en torno a la norma, el más polémico de esta legislatura, y a las dudas sobre su futuro, el nuevo modelo de relaciones laborales, que viene a sustituir a la modificación introducida por Mariano Rajoy hace diez años, ha superado su examen definitivo en el Congreso.